Cómo disolver la crítica interna sobre los ideales espirituales

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Como persona que practica el Diálogo Consciente y Compasivo, la Comunicación Noviolenta, la meditación, la consciencia plena o mindfulness u otras prácticas a menudo llamadas “espirituales”, probablemente tienes ideales particulares sobre cómo vivir y manifestarte desde el amor, la presencia plena, la benevolencia o la compasión. Cuando los ideales espirituales están al servicio de tu vida te brindan una fuente de inspiración para vivir más plenamente desde una Verdad trascendente que se esconde tras la vida cotidiana y para recordar la inmensidad que existe en cada momento en particular. Estos ideales a veces funcionan como anclas desde donde puedes soltar la reactividad y ser realmente quien eres. Otras veces, sin embargo, los ideales espirituales son secuestrados por las voces críticas internas. Y cuando eso pasa, empiezas a formarte ideas sobre qué experiencias o comportamientos se ajustan a tus ideales espirituales y cuáles no. Empiezas a definir reglas internas sobre lo que te está "permitido" experimentar o cómo te está "permitido" actuar. El resultado es una sutil vergüenza interior cada vez que tienes una experiencia no permitida. Tu crítico interior empieza a susurrar: "Estás fracasando. Eres un fraude".

Por ejemplo, muchas personas que practican meditación se desmotivan y se autocritican porque notan que les resulta difícil, sino imposible, "vaciar la mente", y cada pensamiento que aflora durante su práctica desencadena su crítico interno que les dice: “no sirves para esto". A veces, la vergüenza puede ser tan inconsciente y omnipresente que partes de tu experiencia quedan fuera de la conciencia y terminan luego saliendo a la superficie de forma extrema, a través de explosiones de ira, ataques de pánico, una ingesta desmedida de comida y bebida, pesadillas, etc.

En realidad, la práctica espiritual requiere que todo tu "yo" esté presente y sea aceptado, en lugar de expulsar una parte de tu experiencia. El crecimiento espiritual proviene precisamente de estar plenamente presente frente a los sentimientos incómodos, las necesidades universales, los impulsos, los deseos, las sensaciones, los pensamientos, etc. La capacidad de notar y permitir conscientemente cualquier aspecto de la experiencia, sin dejarte arrastrar por él, te libera para tomar decisiones desde tus valores.

Esta práctica comienza con el reconocimiento y la aceptación: notar y nombrar (internamente o en voz alta) la experiencia incómoda o “no permitida”, dejarla existir y atravesarla. A menudo, el reconocimiento y la aceptación son suficientes para que los sentimientos, impulsos y pensamientos incómodos o "prohibidos" pasen y se resuelvan de manera natural. Nuestra resistencia interior a tales experiencias (como por ejemplo no "permitirnos" sentir ira) es lo que tiende a darles más fuerza e impulso.

Permitir una experiencia puede sonar así: "Puedo sentir lo que siento ahora mismo y no pasa nada". "Sí, estoy en reactividad y está bien, puedo estar con esto". "Puedo tener este impulso y a la vez elegir no actuar en consecuencia".

En el ejemplo de la meditación, podría ser como aceptar interiormente que surgen pensamientos, darse cuenta de ellos y dejar que se alejen, o dejarlos en pausa mentalmente de forma consciente hasta más tarde, y volver a centrar la atención una y otra vez en la respiración o en otro aspecto de la meditación y soltar el autojuicio que dice que "no sirvo para meditar".

Cuando el reconocimiento y la aceptación no parecen suficientes para que la experiencia no permitida pase a través nuestro - especialmente cuando se trata de cambiar hábitos de toda la vida -, puedes ofrecerle atención consciente con autocompasión o pedirle apoyo a alguien que pueda brindarte empatía. 

También puedes practicar la empatía con tu crítico interno. De hecho, esa voz interior quiere lo mejor para ti, aunque no contribuyan contigo las estrategias que usa. Puedes intentar acercarte a ella con cuidado, ternura y empatía, reconociendo que puede que tenga miedo de que te "descarriles" y que en realidad lo que quiere es recordarte lo importante que es para ti vivir en integridad con tus valores. Y ahí ya estás a un paso de poder expresarle gratitud por esa intención de ayudarte, sin necesidad de consentir con los pensamientos de juicio que te trae. 

Una práctica regular clave para sentir menos vergüenza (ya sea consciente o no) es la celebración. Puedes celebrarte y honrar tu propio ser dedicando un tiempo cada día para reflexionar sobre todos los momentos en los que manifestaste lo que es valioso e importante para ti.

El trabajo en la vida cotidiana consiste en hacer espacio tanto para los ideales espirituales como para las experiencias difíciles, sin que ninguno de ellos te acabe consumiendo, y en lugar de eso, seguir avanzando con aceptación. De este modo, cultivamos la amabilidad y la compasión, y la compartimos con otros seres vivientes. 


PRÁCTICA

Esta semana, identifica un ideal que mantienes en tu vida. Escribiendo un diario, reflexionando o compartiendo con una pareja de empatía, comprueba si hay voces críticas que te comparan con tu ideal y causan daño dentro tuyo. Observa lo que dicen las voces críticas y cuáles son los sentimientos, reacciones o comportamientos concretos que las estimulan. Elige una experiencia en la que enfocarte, nómbrala y permítela dentro tuyo. Nota dónde vive en tu cuerpo, cómo se siente. Obsérvala sin emitir juicios. Acompáñala y observa si se resuelve con naturalidad. Si no es así, acércate a ella con autocompasión o autoempatía (o pide empatía a alguien más para ayudarte a hacerlo).

Al mismo tiempo, inicia una práctica diaria de autovaloración, en la que reflexiones, escribas o registres momentos del día en los que te has mostrado en integridad con tus valores y con la forma en la que quieres vivir.