Cómo hacer espacio para el dolor de todas las partes

Esta Joya de Conexión está disponible en formato audio

¿Alguna vez has escuchado a alguien expresar su dolor (frustración, tristeza, desesperación…) por alguna situación que ha pasado entre Uds. y te has encontrado respondiendo con algo como: “Bueno, yo también estoy sintiendo mucho malestar en esta situación”?

Algunas conversaciones parecen una competencia para ver quién sufre más. Es posible que te hayas encontrado en una de esas situaciones en las que cada parte está concentrada en expresar su propio disgusto y tal vez hayas notado lo frustrante que resulta esa experiencia. 

En una conversación de este tipo en las personas pueden surgir diversas necesidades, como las de ser vistas y escuchadas, de empatía, de sanación, de pertenencia, realidad compartida e incluso de aceptación.

A veces esta trampa del “yo también” y de la competitividad puede ser difícil de evitar. Cuando la otra persona comienza a expresar su dolor, tú sientes o recuerdas el tuyo. Tú también quieres escucha y tal vez imaginas que si escuchas primero su dolor, el tuyo es menos importante o que si tu dolor es menos intenso, no será escuchado. Trágicamente, cuanto más íntima es la relación, más fuerte puede ser el impulso de argumentar lo doloroso que ha sido para ti y tal vez que tú has sufrido “más". En este contexto, a veces todo lo que se necesita para descarrilar la conexión y comenzar una competencia es una frase tan simple como “Bueno, yo también…”

Tal vez te preguntas por qué podría no ayudar el responder así ante una queja o compartir vulnerable de otra persona. En general, cuando las personas comparten algo doloroso, lo primero que necesitan es escucha, antes de conocer la experiencia de otra persona, aunque los sentimientos y aún las necesidades podrían ser similares. Sobre todo si la persona está expresando su sentir frente a una situación en torno a la relación contigo o alguna interacción que han tenido, es probable que se sienta bastante vulnerable y sea más importante aún que reciba escucha antes de tener los recursos para escucharte a ti. Cuando compartimos nuestro dolor, de forma más o menos vulnerable, probablemente no tengamos el espacio interior para recibir dolor ajeno. Por el contrario cuando una persona ha recibido suficiente escucha, es muy común que comience a tener espacio para la experiencia de la otra parte y hasta que pregunte espontáneamente algo como: “¿Y cómo te has sentido tú con esta situación?” O eventualmente después de observarla más tranquila y ecuánime, tú podrías preguntarle si quiere escuchar cómo ha sido tu experiencia.

Cuando intentamos compartir nuestra experiencia antes de que la otra persona tenga espacio para escucharla y además le agregamos una evaluación comparativa del nivel de intensidad  (“en mi caso fue peor”), la otra persona puede experimentar que estamos minimizando o descalificando su experiencia. No solo no atendemos su necesidad de escucha, tampoco satisfacemos la de validación. Es como si le dijéramos: “tu experiencia no fue tan grave / importante” en comparación con la mía. En ese momento la vivencia de desconexión puede ser intensa y seguir creciendo si se mantiene la competencia.

¿Entonces qué puedes hacer en estas situaciones?

Cuando tú u otra persona quieren compartir algo doloroso, sobre todo si tiene que ver con su relación o alguna interacción previa que han tenido, es importante crear primero un contenedor seguro. Eso incluye considerar variables como:

  • La voluntad de escuchar y mantener un espacio compasivo para lo que se va a compartir.

  • Tener claridad sobre el tipo de experiencia que se va a compartir.

  • Aclarar el tipo de respuesta que se desea obtener del oyente.

  • Tener el tiempo necesario para compartir y recibir atención.

  • Si existe o no la voluntad de ambas partes de compartir y ser escuchadas en la misma conversación.

A veces, la persona con la que estás puede lanzarse a hablar de un tema intenso sin previo aviso. En esos casos, es esencial interrumpir para conectar. Aquí tienes algunas frases que puedes usar para interrumpir:

  • Oh, espera, parece que esto es delicado. Quiero ofrecerte toda mi atención. ¿Podemos... (tu propuesta para crear un contenedor seguro - por ejemplo: sentarnos, cerrar la puerta, pedir un tiempo a solas al resto de la familia…)?

  • Vaya, esto suena doloroso. Supongo que necesitas empatía y me doy cuenta de que ahora mismo no tengo los recursos para estar presente, ¿podemos (tu propuesta de escuchar en otro momento o realizar una actividad diferente que pueda ser de ayuda para ambas partes)?

  • Ahora que empiezas a compartir, quiero cuidar de tu corazón. Me pregunto si podríamos establecer el tiempo que tenemos y lo que te gustaría recibir de mí.

A medida que aprendas a crear espacios seguros para compartir sin competir, te resultará más fácil recordar que tus sentimientos y necesidades son válidos, no en relación con los sentimientos y necesidades de las demás personas, sino porque son tu experiencia en ese momento.

Crear un contenedor seguro también significa preguntarte si realmente tienes el espacio y la claridad necesarios para escuchar a la otra persona cuando quiere expresar sentimientos dolorosos. Si notas que estás interrumpiendo para compartir lo tuyo, compitiendo, atacando, defendiéndote, desconectándote o retirándote, significa que en ese momento no tienes los recursos necesarios.

Si parece que nunca hay un buen momento para hablar de determinados temas, es probable que necesiten más apoyo. Busca ayuda externa. Habla con una de tus amistades, una pareja de empatía o una persona que pueda ayudarte a preparar la conversación. Con más apoyo, es de esperar que experimentes más seguridad para crear un espacio en el que se puedan hacer acuerdos que permitan escuchar la experiencia de todas las partes con respeto y atención.


PRÁCTICA

Esta semana, cada vez que tú u otra persona comience a compartir algo doloroso, presta atención al contenedor verificando las variables relevantes enumeradas. Las hemos copiado a continuación para ti.

  • Disposición para escuchar y mantener un espacio compasivo para lo que se va a compartir.

  • Tener claridad sobre el tipo de experiencia que se va a compartir.

  • Aclarar el tipo de respuesta que se desea del oyente.

  • Tener el tiempo necesario para compartir y recibir atención.

  • Si existe o no la disposición de ambas partes para compartir y ser escuchadas en la misma conversación.

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