El verdadero propósito de la práctica de valorar

Cuando dos personas comparten una sensación de confianza y claridad sobre su intención de tener presentes las necesidades de le otre, relacionarse se vuelve más fácil en ese y todos los demas aspectos. La práctica de valorar es una de las formas más simples y directas de crear esa claridad y confianza. Desafortunadamente, hay otras ideas que interfieren con esta práctica sencilla. He aquí una pequeña muestra de una conversación frecuente:

Adrián: Solo quiero un poco de valoración por lavar la ropa y preparar la cena, pero no es que necesite felicitaciones. Quiero decir, hago la cena y lavo la ropa porque quiero.

Cris: Yo te brindo valoración todo el tiempo. No veo por qué tengo que hacerlo por algo que es tu obligación, con o sin valoración de por medio. No hay más que hacer lo que debemos hacer y punto.

¡Uf! Siento una pesadez en el cuerpo solo de escribir este diálogo. Lamentablemente, es algo que escucho con mucha fracuencia en sus distintas versiones. En este ejemplo, tanto Adrián como Cris están confundides acerca del propósito verdadero de la práctica de valorar. 

Adrián anhela valoración y al mismo tiempo se resiste a este anhelo porque piensa que tiene que ver con fortalecer la autoestima o el ego. Adrián también quiere ser viste por su predisposición natural a contribuir a la relación y no quiere que Cris piense que es para obtener su aprobación o recibir alguna recompensa externa.

Es probable que Cris esté confundide acerca de la diferencia entre la valoración y el elogio. Cris piensa que valorar equivale a usar etiquetas como “genial”, “maravilloso”, “perfecto”, etc. Eso es exactamente lo que Adrián no quiere. Etiquetar a alguien o decirle quién es, incluso si pensamos algo positivo, es una forma de juicio. A nadie le gusta que le juzguen. La práctica de valorar es una expresión de tu propia experiencia frente a las acciones de otre; no es un juicio sobre quién es o deja de ser la otra persona. 

Cris también quiere que Adrián contribuya porque es una expresión de contribución sincera y teme que el pedido de valoración sea señal de obligación o deber. Pedir valoración no implica obligatoriedad o deber, o deseo de una recompensa. La valoración es una necesidad universal y cuando la pides estás tomando responsabilidad por tu necesidad, en vez de esperar en silencio a que alguien la descubra.

Puede ser que tanto Cris como Adrián eviten la práctica de valorar porque activa la vergüenza. Cuando la vergüenza aumenta, la práctica de apreciar es percibida como una crítica sobre todas las veces en que algo no funcionó. Evitar la práctica de apreciar no ayudará a resolver la vergüenza, de hecho, todo lo contrario. Si logras solo nombrar la vergüenza a medida que aumenta y permaneces presente mientras una partecita de ti recibe la valoración, la vergüenza se disolverá poco a poco.

Cuando Adrián pide valoración, lo que realmente está diciendo es algo así: “Es muy importante para mí contribuir de forma significativa. Quiero saber cómo te afecta lo que hago. ¿Estoy atendiendo necesidades para ti y para nuestra familia de forma efectiva?”.

Al escuchar esto, Cris entiende que expresar valoración no tiene que ver con juzgar a Adrián o buscar fortalecer la autoestima. Comprende que se trata de expresar una experiencia de comportamiento que atiende necesidades. Entonces, por ejemplo, la próxima vez que Adrián haga algo para contribuir, por trivial que sea, Cris puede expresar esa experiencia, por ejemplo así: “Al ver una cocina tan limpia siento relajación y tengo una sensación de paz. ¡Gracias!”. 

Al escuchar esto de Cris, Adrián siente satisfacción porque sabe que la limpieza de la cocina ha contribuido de forma significativa y sabe qué comportamientos atienden a cuáles necesidades.

A medida que Cris y Adrián comparten a diario prácticas de apreciación tanto sobre cuestiones cotidianas como especiales, aumenta su deseo natural de contribuir, y se profundiza la claridad sobre cómo apoyar verdaderamente a la otra persona. Con el tiempo, experimentan un increíble sentido de liviandad a medida que caminan juntes en armonía.

El verdadero propósito de la práctica de valorar es tomar consciencia de aquello que contribuye significativamente a la vida y comunicarlo. Experimentar la apreciación y ofrecerla es, en esencia, una práctica de dirigir nuestra atención a lo que está funcionando. Una mente desatenta se enfocará automáticamente en la incomodidad y luego buscará lo que está mal. Dirigir nuestra atención hacia lo que está funcionando y permitir que surja un sentimiento de gratitud es un hábito digno de cultivar. Este enfoque en lo que funciona contribuye a la resiliencia, comunicación, claridad, confianza y creatividad.

Conforme vamos desarrollando el hábito de prestar atención a lo que está yendo bien y de expresar valoración por ello, pueden surgir algunos desafíos en nosotres; la vergüenza, el miedo a la manipulación y a la falta de autenticidad están entre los más comunes. Para que estos obstáculos dejen de surgir por completo, son necesarias varias experiencias de ofrecer y recibir apreciación en formas nuevas.

Te animo a buscar lo que funciona y a expresar apreciación con tanta frecuencia como te sea posible, para desarrollar un hábito y una sensación cómoda al hacerlo. El sentido del humor y la dulzura pueden ayudar con la incomodidad de dar y recibir, que al principio resulta inevitable. Déjale saber a tu compañere que aunque tu expresión de apreciación sea torpe, es auténtica. Al principio puede ser necesario reafirmar la autenticidad con frecuencia, a medida que ambas partes van superando lo que quedó previamente asociado a la valoración.

PRÁCTICA

Toma un momento para reflexionar sobre la práctica de valorar en una relación significativa. Pregúntate si alguna vez quedaste atrapade en la confusión o de alguno de los obstáculos mencionados. Reflexiona sobre ello y sobre cómo o cuándo aparecen.

Desafíate a expresar apreciación a tu compañere al menos una vez cada día, durante una semana. Recuerda que la práctica de apreciar no es elogiar o decir un simple gracias. Es una expresión de tu experiencia (sentimientos y necesidades que están vivos para ti) en respuesta a algo que alguien hace y que atiende necesidades. 

Aquí hay algunas maneras fáciles para incorporar la práctica de apreciar en tu vida diaria:

  • En tu relación, convierte en un ritual el compartir expresiones de valoración. Quizás elijas hacer valoraciones a las horas de comida, a la hora de ir a dormir, los domingos por la mañana, etc.  

  • Guarda en tu teléfono o correo electrónico el formato para brindar apreciación (cuando noto que tú…, me siento…, porque atiende mi necesidad de… Solo quería hacértelo saber). Envía a diario mensajes de apreciación desde tu teléfono o correo electrónico.

  • Escribe mensajes de apreciación en una pizarra en el trabajo o en casa.