Tres claves para prevenir la colusión

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La palabra «colusión» en el contexto del crecimiento personal se utiliza a menudo para referirse al hecho de estar de acuerdo y sumarse explícitamente a los juicios negativos de otras personas. Se suele utilizar como estrategia para ofrecer apoyo. 

Por ejemplo, llega tu hijo o tu amiga contándote que un auto casi le atropella cuando cruzaba la calle, y automáticamente puede surgir en ti un comentario como: “qué desastre ese conductor, ¡un irresponsable!” 

Sin embargo, ésta es una estrategia trágica para mostrar apoyo. Cuando se colude, se alimenta la propia reactividad y la de la otra persona. Y de hecho la reactividad bloquea la resolución creativa de problemas y la comunicación beneficiosa.

En nuestro ejemplo, eso significa que tu comentario solo alimentará la reactividad de la otra persona, y ambas sentirán más enojo, rabia, o disgusto que antes, alejándose cada vez más de su centro y de su corazón, y también de la posibilidad de conectar con la sabiduría interna para tomar nuevas acciones si fuera el caso. En situaciones extremas, este tipo de colusión puede llevar a actos de venganza o represalias violentas, que no contribuyen a resolver el tema ni a crear el mundo en el que queremos vivir.

Pero cuando, en un momento dado, ves sufrir a alguien que es importante para ti y te invade el enojo, puede resultar muy difícil frenar, respirar hondo y decidir afrontar realmente lo que está pasando con honestidad y empatía, en lugar de sumar juicios a la situación. 

A continuación tienes tres formas de mantenerte en tu propio centro en situaciones como éstas.

En primer lugar, recuerda que no tienes que responder a las preguntas de forma literal. La mayoría de las personas no sabe cómo pedir apoyo específico o empatía, por lo que piden que se les dé la razón. Cuando alguien te pregunta: «¿No crees que está siendo desconsiderado conmigo?», no necesitas estar de acuerdo ni en desacuerdo. Date permiso para respirar y responder desde tu corazón. 

Aquí tienes algunas posibles respuestas:

  1. Empáticas

  • Parece que te hubiera gustado encontrar más …………. (necesidad universal).

  • Entiendo por qué te molesta tanto.

  • ¿Me imagino que quisieras recibir más consideración?

  • Qué frustrante, ¿verdad?

  1. Expresando tu sentir

  • Cuando escucho lo que pasó, siento frustración, porque me importas y quiero que recibas consideración y respeto. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

En segundo lugar, es útil recordar que cuando las personas expresan dolor emocional, casi siempre lo primero que buscan es escucha y conexión. Quieren saber que alguien está con ellas y les importa lo que les está pasando. La colusión es una estrategia trágica para demostrar que estás con alguien. Otras formas más útiles incluyen: escuchar en silencio, mantener contacto visual, expresar afecto físico, empatía y curiosidad.

Por último, es posible que no puedas responder a la otra persona como quisieras, si te ha afectado lo que escuchaste. Si has tenido experiencias difíciles con esa misma persona o si no tienes la capacidad para tolerar la incomodidad de ver el malestar de alguien que te importa, es posible que necesites pausar la conversación y cuidar de ti.

Aquí hay algunas posibles respuestas para salirse de la conversación en ese momento:

  • Vaya, escucho que pasó algo fuerte y confieso que lo que estás diciendo me afecta tanto que no se me ocurre nada que decir que confíe que pueda ayudar.

  • Eso me recuerda algunas de mis propias dificultades. Quiero escucharte, y necesito unos minutos antes de poder hablar de eso.

  • Noto que me distraen mis propios problemas con esa persona y necesito un tiempo antes de poder escucharte.

  • Lo siento. Ahora mismo no tengo la capacidad de escucharte como me gustaría hacerlo. ¿Podemos hablar de esto mañana?

Cuando hayas podido reconectar contigo, podrás reiniciar la conversación, si la otra persona aún estuviera buscando escucha.

Las palabras son poderosas, pero la colusión es fundamentalmente un acto de desconexión de tu corazón más que algo que dices. La colusión no sólo hace que tu corazón se endurezca (literalmente, los músculos que rodean tu corazón), sino que te distrae de la experiencia de los sentimientos y las necesidades. Se necesita coraje para permanecer con tu propia experiencia o la de otra persona cuando es incómoda o dolorosa. Pero vale la pena. Este tipo de valentía, a la que accedes una y otra vez, te lleva a las inestimables recompensas de la compasión, la sabiduría y la ecuanimidad.


PRÁCTICA

Esta semana, establece tu intención de ser más consciente de la colusión, ya sea en tu propia mente, en tus conversaciones o en las de las personas que te rodean. Cada vez que la notes, observa la experiencia. ¿Qué sucede en tu corazón? ¿Hacia dónde va la conversación? ¿Qué te ayudaría a volver a tu centro en ese momento?

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