Tres pilares para hacer del Diálogo Consciente y Compasivo una práctica espiritual

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A medida que nos comprometemos con el Diálogo Consciente y Compasivo (DCC) y hacemos de él tanto un mapa como un sistema de sanación, aprendizaje y transformación, es importante que seamos conscientes de los tres pilares sobre los que está basado.

  1. Una relación sabia y compasiva con la experiencia

  2. La confianza en lo que está vivo y en la conexión como guías

  3. La interdependencia responsable y comprometida

1. Una relación sabia y compasiva con la experiencia

Con los nueve fundamentos y las doce aptitudes relacionales del DCC, más cuatro expresiones primarias, tenemos una cantidad variada de información y de herramientas para relacionarnos con nuestra experiencia con claridad, compasión y habilidad.

La comprensión más fundamental para cultivar una relación provechosa lo que vivencias es que no son las experiencias en sí las que crean el sufrimiento, sino la forma en que te relacionas con ellas. Una experiencia es un momento densamente cargado de información sobre pensamientos, sensaciones, emociones, necesidades, impulsos, deseos y más. Ya sea que tengamos consciencia de nuestras experiencias o no, las etiquetamos a la velocidad de la luz como neutrales, placenteras o desagradables y después, lejos de estar en un estado de atención plena, reaccionamos a ellas ignorando lo que es neutral, tratando de aferrarnos a lo placentero y alejarnos de lo desagradable. Cuanto más permites que avance este efecto dominó de reactividad inconsciente, más sufrimiento experimentarás. En este contexto, el sufrimiento se refiere específicamente a la experiencia que tienes cuando te resistes al flujo de la vida en constante cambio.

Ubicar tu atención en un “tú” que observe compasivamente tus vivencias es el abordaje más común para cultivar una relación ecuánime con tu experiencia. Esta parte tuya se llama “testig@ compasiv@”. Desde aquí, a medida que surgen, puedes ir nombrando distintos aspectos de tu experiencia con un tono cálido, cuidadoso y compasivo. Esta es una práctica útil de meditación, así como de atención plena (mindfulness), en que involucrarte a lo largo del día. De ello se desprende que con cuanta más sutileza puedas atravesar tu experiencia, más podrás observarla con ecuanimidad.  La capacidad de nombrar tu experiencia con sutileza te permite dejar de identificarte con ella y enraizarte como quien atestigua con compasión. Por ejemplo, cuando te identificas con una experiencia, usualmente utilizas alguna forma del verbo ‘estar’: “estoy enojade” o “estoy triste”.

Cuando tomas el lugar de testig@ compasiv@ tu forma de expresarte cambia. Decimos cosas como: “Una parte de mí siente tristeza y una parte de mí siente alivio”; o “Noto que me estoy contando una historia acerca de que soy inservible y cuando lo hago, se presentan sentimientos de vergüenza”. Tenemos la capacidad natural de describir la experiencia de maneras más complejas, cuando dejamos de identificarnos con ella.

La práctica de la atención plena en el DCC nos enseña que los sentimientos son solo sentimientos y que las necesidades son solo necesidades; no son buenas ni malas, ni están cargadas de significado. El significado se agrega a los sentimientos y las necesidades a través de nuestra reacción hacia ellos. Las necesidades son básicas para cada ser viviente y ofrecen un mapa para la prosperidad. Surgen, junto con los sentimientos, de acuerdo con nuestra percepción en el momento. Entender esta mecánica básica de nuestra experiencia, a niveles cada vez más sutiles, nos ayuda a liberarnos del apego y la aversión. Cuando podemos recibir a otras personas desde este lugar de libertad, vivimos con mayor plenitud desde la ecuanimidad y la compasión, y el regalo de nuestra práctica se propaga como una onda expansiva.

2. La confianza en lo que está vivo y en la conexión como guías

Cuando nuestra mente está profundamente calmada y enfocada, o en medio de otra clase de experiencia cumbre, podemos acceder a lo que está siempre ahí: el sustrato de la vida, una vitalidad brillante, clara y gozosa. El DCC nos pide que confiemos en ello como una guía para la vida. Lo que aquí llamo “vitalidad” tiene varios nombres: estado de fluidez, intuición, algo que “se siente bien”, alineación, optimismo, conexión, espíritu, el tao, etc. Cuando soltamos los pensamientos de lo que debería o no debería ser, y de lo que imaginamos que nosotres o las demás personas “tenemos que” hacer, podemos notar lo que es auténtico , lo que verdaderamente está vivo en nosotres. Por supuesto que esto es simple de decir y desafiante de hacer.

Nuestra mente es compleja y tiene capas y capas de condicionamiento que pueden evitar que entremos en contacto con claridad con lo que está vivo. Es fácil confundir la vitalidad auténtica con el entusiasmo, el placer u otras emociones fuertes. La vitalidad no es una emoción. Es un sentido de estar alineades, de apertura y de fluidez. Podemos practicar la apertura a la vitalidad al formularnos estas simples preguntas a diario: “Si yo supiera que no tengo nada que temer, nada que ganar y nada que perder, ¿a qué me llama este día?, ¿hacia dónde y en qué forma quiero de verdad dirigir mi atención y energía el día de hoy?”.

3. La interdependencia responsable y comprometida

En el centro mismo de toda práctica espiritual se encuentra el llamado a ser profundamente responsables de nuestra vida y de cómo afectamos a otros seres. Esto da cuenta de la verdad absoluta de nuestra interdependencia. Cuando elegimos intencionadamente una vida dedicada a la transformación, así como vivir desde el amor, estamos diciendo: “Quiero ser una parte activa y responsable de este complejo sistema de interdependencia. Quiero encontrar un camino para que trabajemos en conjunto al servicio de la vida”. 

La sabiduría y las habilidades prácticas del DCC nos ayudan a manifestar esta aspiración en la vida cotidiana. Las nueve bases del DCC dirigen la atención y ofrecen una guía para cultivar un sentido del yo integrado y pujante. Las doce aptitudes relacionales ofrecen una guía paso a paso para que tu presencia en tus relaciones tenga inmensa profundidad en cuanto a habilidades, sabiduría y compasión. Por último, también nos orientan las cuatro expresiones primarias de una interdependencia responsable (comprometernos con consciencia plena, relacionarnos compasivamente, acceder a los recursos internos y externos para llevar a cabo nuestras elecciones, y actuar con sabiduría).

Práctica

Toma un momento para reflexionar sobre estos tres pilares:

  1. Una relación sabia y compasiva con la experiencia.

  2. La confianza en lo que está vivo y en la conexión como guías

  3. La interdependencia responsable y comprometida

Para cada uno, identifica una forma posible en que lo entiendes o vives en tu vida cotidiana.