Cómo crear espacio entre las necesidades y las estrategias

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Uno de los conceptos más empoderantes presentados por Marshall Rosenberg, el fundador de la Comunicación NoViolenta, es la distinción entre las necesidades universales y las estrategias para atenderlas. Cuando comprendes esto en profundidad y confías en que cualquier necesidad puede satisfacerse de diversas maneras, experimentas un nivel de ecuanimidad, flexibilidad y creatividad completamente nuevo. Por el contrario, cuando te aferras a una estrategia en particular para atender a una necesidad, es posible que desarrolles juicios o críticas hacia las otras personas o pensamientos acerca de lo que “deberían” hacer. Tal vez te imagines que sin la estrategia que prefieres tendrás la experiencia de atrapamiento, atascamiento u obligación y estos pensamientos suelen ir acompañados de sentimientos de temor, desesperación, frustración y enojo. 

La forma más común de aferrar una necesidad, o un conjunto de necesidades, a una estrategia en particular, es insistir en que hay sólo una persona específica que debe satisfacerla. Esto sucede más a menudo con las personas que tienen un rol importante en nuestra vida, como madres o parejas, peques, amistades más cercanas, jefes o personas que realizan algún trabajo a nuestro pedido. Es bastante fácil detenerse en la idea de que esas personas en particular “tienen que” satisfacer nuestras necesidades. Por ejemplo, tal vez creas que tu pareja “debería” satisfacer tus necesidades de intimidad y apoyo. O que tu madre “debería” atender tus necesidades de nutrición y amor incondicional en la vida, o  “debería haberlo hecho” en su momento.

Cuando te aferras a tu propia idea de lo que las otras personas “deberían” hacer y ellas no responden como esperas, aparecen sentimientos de enojo, resentimiento, ansiedad o desesperación. Tal vez te encuentres exigiendo cosas o amenazando. En algunos casos puedes arrastrar la ira y el resentimiento durante años, repitiéndote, por ejemplo, pensamientos como este: “mi padre debería disculparse por los errores que cometió como padre; debería asumir la responsabilidad por lo que hizo”. Anhelas aceptación y comprensión por lo que sucedió en tu niñez y te apegas a que esas necesidades sean satisfechas por tu padre. De esa manera tu capacidad de sanar se bloquea de un modo trágico.

Cuando sientes que te gustaría satisfacer una determinada necesidad con una persona en particular y, al mismo tiempo, confías en que puedes atender esa necesidad con alguien más, tienes el espacio interno y la disposición a aceptar un “no” como respuesta a tus pedidos. Reconoces un “no” que se muestra en un comportamiento, aun cuando la persona diga “sí” verbalmente. Te permites recibir los sentimientos que surjan, como la tristeza o la desilusión, y naturalmente te diriges hacia relaciones en las que puedas satisfacer esas necesidades. 

Cuantas más estrategias en las que confíes tengas para satisfacer una determinada necesidad, más disposición tendrás a soltar una estrategia preferida a la que te aferres, como la de satisfacer cierta necesidad con determinada persona

En algunos casos, esto puede significar separarse de una pareja o distanciarse de una amistad. Por ejemplo, si tienes en claro que para ti una pareja que florece implica cierta cantidad de juego e intimidad, y tu pareja ha dicho que “no” a tus pedidos ya sea con su comportamiento o con sus palabras, puede que decidas transformar esta relación en una amistad y buscar una situación de pareja con alguien que también desea, como tú, encontrar en una pareja intimidad y juego. Por otro lado, también podrías “hacer duelo” y aceptar que esas necesidades no serán atendidas como quisieras en tu relación de pareja y buscar atenderlas de otra manera, en otro contexto, mientras que valoras las necesidades que sí se atienden en esta relación. 

En la vida diaria, cuando confías en que hay una variedad de estrategias para satisfacer tus necesidades, experimentas un sentido de flexibilidad y adaptabilidad en el momento en que recibes un “no” a uno de tus pedidos. 

Puedes expandir tu mochila de estrategias en las que confías para atender tus necesidades, observando sistemáticamente cuándo y cómo se satisfacen tus necesidades. Cuando prestas más atención a los momentos en que te sientes conforme con la vida, con plenitud, inspiración o energía, aprendes cuáles estrategias te ayudan a alinearte contigo y con la vida. Comienza por preguntarte:

  • ¿Qué necesidades se cubrieron y de qué manera?

  • Si te sentiste feliz después de encontrarte con una amistad, analiza en profundidad lo ocurrido:

    • ¿Qué te dijo, cómo te escuchó, qué acciones realizó?

    • ¿Qué te decías o qué hacías tú, tanto interna como externamente?

    • ¿Qué tipo de actitud, estado anímico o atención llevabas al encuentro?

    • ¿Qué necesidades quedaron satisfechas?

Cuanto más consciente seas de la abundancia de estrategias disponibles para satisfacer tus necesidades, más podrás soltar tus preferencias, y más se llenará tu vida de un sentido de confianza y ecuanimidad.


PRÁCTICA

Durante el día de hoy, observa los momentos en que surjan sentimientos agradables en ti y conéctalos a las estrategias que hicieron que tus necesidades fueran satisfechas. Si gustas, puedes ir anotándolas durante una semana, para tomar consciencia de la cantidad y variedad de estrategias que te permiten atender necesidades.

Toma un momento para reflexionar en una relación en la cual con frecuencia sientes temor, frustración o desesperación. Busca si encuentras en ti juicios sobre lo que la otra persona “debería” o “no debería” hacer o decir. Elige una situación (o un juicio) en particular. ¿Qué necesidad(es) tuyas no están siendo satisfechas en esta relación o situación? ¿Tienes la disposición a imaginarte atendiendo esas necesidades de otra manera, con otra persona o en otro contexto? Para ello, respira profundo y conecta con la sensación de tener esa necesidad satisfecha. ¿Cómo es para ti cuando esa necesidad está atendida? ¿Cómo te sientes? Desde esa energía, puedes hacer una lluvia de ideas para generar nuevas estrategias. Anota todas las ideas que surjan, sin evaluarlas o limitarlas, hasta que ya no surjan más ideas. En una segunda etapa, podrás depurarlas y evaluar cuáles te sirven como estrategias posibles. Si no te sientes con la capacidad de hacer este proceso, pide a una persona de tu confianza que te acompañe con empatía para hacerlo con más apoyo.