Cómo entender el control

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Imagina que alguien te pregunta si estás tratando de cubrir una “necesidad de control”… ¿Crees que escuchando esa expresión se suavizaría tu corazón? ¿Crees que experimentarías un grado mayor de autoconexión?

Y si te encuentras intentando ofrecer empatía e imaginas que alguien está intentando satisfacer una “necesidad de control”… ¿Crees que experimentarías mayor disposición a conectar con esa persona? 

Suponemos que en ambos casos la respuesta es “no”. Esa es una buena señal de que el control no es una necesidad universal. 

Cuando conectamos con verdaderas necesidades, nuestro corazón suele suavizarse porque reconocemos cómo éstas viven dentro nuestro y en las demás personas. En cambio, cuando intentamos comprender a alguien y experimentamos resentimiento o resistencia, es probable que de algún modo estemos analizando y emitiendo un juicio sobre cómo se comporta esa persona en lugar de estar conectando realmente con la necesidad que intenta cubrir. 

El control con frecuencia suele considerarse una necesidad porque es una estrategia habitual para satisfacer necesidades. Es una estrategia muy común en las sociedades en las que las personas han perdido la confianza en los acuerdos, en la fuerza que tiene la colaboración y en la abundancia de posibilidades para cubrir las necesidades. Y en ese sentido el surgimiento de esta estrategia puede implicar de entrada un duelo por el modo en que estamos viviendo y relacionándonos.

Por otra parte, el control puede ser una estrategia que nos ofrece comodidad y facilidad. La solemos elegir para atender necesidades de tranquilidad y seguridad (“controlar” a qué hora llega mi adolescente de la fiesta), contribución y salud (“controlar” que mi madre tomó sus remedios), y otras semejantes. Sin embargo, el control suele ser una “estrategia trágica”, que deja más necesidades insatisfechas de las que satisface, cuando intenta aplicarse al comportamiento de las personas. Esos intentos casi siempre tienen un costo, muchas veces considerablemente alto. Al no atender la autonomía y elección de las personas, entre otras, la estrategia de intentar controlar suele producir a mediano y largo plazo desconexión, resentimiento y falta de disposición para considerar las necesidades de la otra parte.

Incluso cuando intentamos controlar nuestro propio comportamiento, como cuando queremos “controlar” nuestra dieta, o “controlar” nuestra ira, puede haber una parte interna que se rebela cuando no ve escuchadas y consideradas las necesidades que representa, por ejemplo autonomía, elección, consideración, apoyo, etc,. Es así que muchas veces terminamos teniendo “episodios” de antojarnos por comida chatarra o de explotar en ira por la tensión que se genera internamente ante la estrategia de control. 

Si la estrategia de control nace de creencias basadas en la carencia y desconfianza (“no hay suficiente para atender a las necesidades de todas las personas” y “no se puede confiar en los seres humanos”), qué estrategias basadas en la colaboración, la confianza y la abundancia de posibilidades podrían ser alternativas al control y ayudarnos a crear el mundo en el que quisiéramos vivir?

Veamos diferentes situaciones posibles, ya sea se trate de ti o de otra persona “intentando controlar”, y tomemos como clave reconectar con las necesidades profundas que están buscando ser atendidas.

1- Si notas que en alguna relación o situación estás intentando controlar el comportamiento de otra persona (o el propio), podrías mirar adentro con autocompasión (recordando que siempre estamos haciendo lo mejor que podemos) y preguntarte con autoempatía:

  • ¿Qué necesidad estoy buscando atender aquí?

  • Si pudiera “controlar” esto, ¿qué necesidad universal se cubriría en mí?

  • Si pasara eso que estoy intentando alcanzar a través del control ¿qué creo que me daría a mí ese resultado?

  • ¿Qué es lo que realmente me importa en esta situación? 

  • ¿Qué me gustaría encontrar más?

  • ¿Qué sentimientos y necesidades están vivos en mí en torno a esto?

Habiendo identificado tus necesidades profundas, podrías darte un tiempo para generar ideas (por lo menos tres) de otras estrategias que podrían atender esas necesidades, que no pasen por el control. Darte cuenta de que hay otras formas de satisfacer tus necesidades te permitirá acercarte a la situación o a la otra persona con más conexión y menos tensión.

2- Si ves que alguien se comporta de una manera que podrías calificar como ejercer presión, manipulación, culpabilización, amenaza, análisis o crítica, podrías tener la tentación de suponer que esta persona tiene una "necesidad de control”. Y quizás puedes traer más claridad sobre la situación si empiezas por identificar que lo que esa persona está haciendo no satisface algunas de tus necesidades. Aquí tienes algunas preguntas que podrían ayudarte: 

  • ¿Siento frustración porque esto no satisface mi necesidad de respeto?

  • ¿Siento desánimo porque me gustaría encontrar más colaboración?

  • ¿Siento dolor porque no encuentro la aceptación que necesito?

  • ¿Siento tensión porque esto no satisface mi necesidad de honestidad?

  • ¿Siento incomodidad porque valoro la autonomía?

En un segundo momento, tal vez quieras ofrecer empatía a alguien que percibes como intentando controlar. Si ése es el caso podrías considerar algunas suposiciones empáticas que podrían sonar así: 

¿Siente desconcierto porque le gustaría entender?

¿Siente inseguridad porque valora la aceptación?

¿Siente ansiedad porque quisiera encontrar más apoyo?

¿Siente preocupación porque le importa la previsibilidad?

¿Siente inquietud porque valora la seguridad?

Hacer estas conjeturas en tu interior o además ofrecerlas en voz alta depende de la relación y la confianza que hayas establecido con esa persona en particular. A veces, la forma más sencilla de empezar a cultivar empatía frente a lo que nuestra mente entiende como “control” es hacer esas suposiciones internamente, como modo de conectar con la humanidad compartida, encontrando las necesidades que esa persona está intentando cubrir con sus acciones.


PRÁCTICA

Tómate un momento para traer a tu conciencia una situación en la que sentiste inquietud o frustración pensando que alguien estaba intentando controlarte. Nombra los sentimientos y las necesidades que no estaban siendo satisfechas para ti en esa situación. Si tienes espacio, haz algunas conjeturas de empatía sobre los sentimientos y necesidades de la otra persona y registra cualquier cambio que percibas en tu cuerpo, tu mente y tus emociones. 

Identifica alguna situación o relación en la cual comúnmente recurres al control como una estrategia para atender tus necesidades. Antes de la próxima interacción en ese contexto, tómate media hora para identificar y conectar con tu sentir y tus necesidades en torno al tema o persona. Elige una necesidad principal e imagina cómo es cuando la tienes atendida. Desde esa energía de la necesidad cubierta, genera una lluvia de ideas de lo que podrías hacer para satisfacer esa necesidad. Luego elige una idea que puedas hacer factible y específica para probarla en la siguiente interacción. Como siempre, si no tienes la seguridad para hacer el ejercicio por tu cuenta, pide acompañamiento y apoyo a una persona empática de tu confianza.