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Empiezas a compartir algo con lo que estás luchando y descubres que la otra persona no está del todo contigo. Sientes soledad y tristeza, porque anhelas una sensación más profunda de ser vist@ y de contar con compañía en tu vida. Efectivamente, la presencia es una cualidad de atención que abre la puerta a atender muchas necesidades universales: no sólo el ser vist@ y escuchad@, la compañía y conexión, sino también el saber que importas (necesidad de importar), el cuidado y la elección consciente, entre muchas otras.

Has intentado pedir a la persona que te escucha que “esté más presente”, pero eso no parece funcionar. Puede ser especialmente desafiante encontrar pedidos específicos, realizables y concretos en relación a la necesidad de presencia. Además, la presencia es una capacidad; alguien que es capaz de estar presente contigo de forma estable y clara suele ser alguien que ha trabajado duro para cultivar esta capacidad. Veamos qué puedes pedirte a ti y a la otra persona para satisfacer una necesidad de presencia.

Para tener más presencia en tu vida, puedes empezar por identificar las necesidades que quieres satisfacer al compartir algo, antes de hacerlo. De ese modo comienzas a estar tú más presente con tu experiencia y tus necesidades. Luego puedes examinar si la circunstancia actual realmente apoya lo que quieres, y si la otra persona parece dispuesta y tiene la capacidad de ofrecer eso. Por ejemplo, tal vez quieres compartir una celebración de tu jornada laboral (necesidades de celebrar, reconocimiento, valoración, gozo, etc.) y te das cuenta que la persona con quien querías compartir se ve cansada y abatida: imaginas que probablemente no tenga la capacidad para celebrar contigo y apoyarte en atender esas necesidades en ese momento. Tal vez decidas elegir otra persona, manera o momento para compartir tu celebración.

Asimismo, al ser la presencia una cualidad que se cultiva, tal vez algunas personas de tu entorno no tengan esa capacidad en este momento de su vida. Al pausar antes de compartir, podrás también discernir eso y elegir conscientemente con qué grado de vulnerabilidad quieres abrirte ante determinadas personas o no.

Si decides compartir, aquí tienes algunas ideas concretas de lo que puedes hacer para apoyar la presencia, antes de empezar a compartir:

Expresa tu intención: Por ejemplo: “He tenido un día difícil y me encantaría recibir un poco de empatía”.

Chequea con tu oyente: “Te oigo decir que quieres escucharme. Me siento sensible respecto a este tema y quiero tener algo de seguridad antes de compartirlo. ¿Podrías tomarte un momento para comprobar contigo si éste es realmente un buen momento para ti?”

Haz un pedido específico: “Me encantaría disponer de unos 15 minutos para hablar de un tema laboral y recibir algo de empatía y perspectiva. ¿Hay algún momento hoy en el que puedas ofrecérmelo?”

Crea condiciones apoyantes: “Te estoy oyendo decir que realmente quieres estar presente para mí. ¿Quieres que pensemos de manera conjunta formas concretas que podrían apoyarnos con eso?”. (Por ejemplo, tomarnos de la mano, apagar la televisión, dar un paseo, esperar a que acabe la semana laboral, apagar el ordenador y el teléfono, darse primero un baño caliente, compartir primero una valoración, etc.).

Una vez que hayas creado las condiciones adecuadas, puedes hacerle pedidos más concretos a la otra persona:

  • “¿Estaría bien para ti mantener contacto visual mientras hablo? Me daría más seguridad.”

  • “¿Querrías apagar el teléfono durante diez minutos mientras hablamos? Me daría tranquilidad saber que podremos hablar sin interrupciones.”

  • “¿Podrías reflejar lo que entiendes de lo que te estoy contando? Me ayudaría a confirmar que me estoy expresando con claridad.”

  • “¿Querrías hacerme algunas preguntas sobre lo que te he compartido? Sería un reconforto para mí recibir tu interés.”

  • “¿Podrías quedarte con mi experiencia durante unos minutos antes de hablarme de una experiencia tuya o cambiar de tema? Me daría el espacio para terminar de compartir y la seguridad de que importa lo que vivo.”

  • “Si notas que te distraes, ¿querrías contarme, volver y repetir la última frase de lo que he dicho? Me ayudaría a sentir tu presencia.”

  • “¿Estaría bien para ti ofrecerme suposiciones empáticas sobre mis sentimientos y necesidades y abstenerte de dar consejos? Me ayudaría a entenderme mejor y encontrar mi propio camino.” (Este pedido es de empatía, y ofrecer empatía también puede cubrir una necesidad de presencia.)

Naturalmente, todo pedido va precedido de la necesidad que esperas que satisfaga. Podrías nombrar la necesidad de presencia o podrías nombrar otras necesidades relacionadas como ser vist@, escucha, importar, cuidado, seguridad emocional o conexión. En cada frase más arriba sugerimos algunas en lenguaje coloquial, y podrías encontrar otras que te resuenen más.


PRÁCTICA

Tómate ahora un momento para considerar en qué relación te gustaría pedir y cultivar más presencia. ¿Qué podría ayudarte a pausar antes de compartir para maximizar la posibilidad de hacerlo con plena presencia de ambas partes? ¿Cuál de los ejemplos anteriores podría servirte de inspiración para hacer un pedido?

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