Como vivir en la dignidad de pertenecer

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Es trágico que tantos seres humanos vivamos a menudo con pensamientos de inutilidad y sentimientos de vergüenza. Casi siempre, junto con eso viene la idea de “no pertenecer” o de no tener dignidad para pertenecer. Pertenecer en este contexto es más que la inclusión o participación en un grupo concreto. Es un profundo sentimiento de pertenencia a la vida, a nuestro propio ser y a la Tierra. Es el tipo de pertenencia que te permite satisfacer otras necesidades fundamentales como las de seguridad, apoyo, nutrición y amor.

Un autojuicio de inutilidad unido a una percepción de amenaza a la pertenencia es de por sí suficientemente doloroso, y habitualmente los intentos inconscientes de compensar o gestionar ese dolor suelen agregar más sufrimiento aún. Hay tantas formas de gestionar el dolor como personas y, al mismo tiempo, existen algunas estrategias comunes, aunque no muy efectivas, que puedes reconocer fácilmente en ti o en otras personas. Algunas de las estrategias compensatorias más comunes para gestionar el dolor emocional incluyen:

  • Retraerse y limitar la vida a un estrecho espectro de experiencias, por ejemplo evitando salir, juntarse con personas que no conoces aún o visitar lugares nuevos.

  • Desempeñar el papel de la persona que todo el mundo necesita: esa que ya sea en la dimensión emocional o en la práctica, se sacrifica en favor de otras personas. 

  • Intentar ganarse a las demás personas mediante el encanto y la seducción artificial, diciéndoles lo que quieren oír para obtener aceptación.

  • Crear una fachada de invulnerabilidad, desafiando a las demás personas y actuando como si se estuviera al mando de la situación. 

  • Pretender ser especial o superior a través de sus logros, habilidades, rango, belleza, estatus socioeconómico o cualquier otra cosa que imagine que le hace “mejor” que las demás personas. 

Al reflexionar sobre estas estrategias compensatorias para ganar en valía y pertenencia, puede que empieces a ver por qué no son efectivas, es decir cómo cada una de ellas bloquea, de hecho, lo que está intentando alcanzar. Es por eso que todas constituyen, de algún modo, lo que llamamos “estrategias trágicas”. Por ejemplo, pretender ser especial o superior significa que tienes que ver a tu propia persona como diferente y superior a las demás personas y en consecuencia verlas como inferiores. ¿Cómo podrías pertenecer de esa manera…? O bien, intentar ganarse a las personas mostrando un encanto artificial o actuando de forma invulnerable, impide que tu “yo” auténtico aparezca y sea recibido en el abrazo de la aceptación y la pertenencia. En otras palabras, ¿cómo puedes pertenecer si en realidad no estás siendo “tú”?

Lamentablemente, el hecho de que estas estrategias no satisfagan las necesidades que pretenden cubrir no suele hacer que se renuncie automáticamente a ellas. Al contrario, estos  comportamientos trágicos suelen intensificarse ante la persistencia de las necesidades insatisfechas. La transformación y el cambio comienzan recién a producirse cuando se alcanza una masa crítica de claridad sobre el daño que produce una determinada forma de pensar y comportarse.

A menudo cuando has entendido profundamente que algo es perjudicial, puedes tomar la decisión de dejar de hacerlo. Por ejemplo, si comes una frutilla e inmediatamente tienes dificultades para respirar debido a una reacción alérgica, es muy probable que ya no experimentes la tentación de comer frutillas, por deliciosas que parezcan y huelan. Si todos los comportamientos nocivos recibieran una respuesta tan clara, el cambio sería mucho más fácil. Sin embargo, saber a ciencia cierta que algo es perjudicial suele requerir una atención sutil y una reflexión continua ya que a menudo estas estrategias nos brindan algún beneficio secundario (por ejemplo, el mostrarse invulnerable puede dar una falsa sensación de seguridad, y el sacrificarse en favor de otras personas suele garantizar halagos y reconocimiento). 

Necesitas una masa crítica de claridad para ver realmente todos los efectos dañinos de un comportamiento, a pesar del consuelo o alivio inmediato que te proporciona al protegerte momentáneamente contra el sentimiento de vergüenza. Cuando alcanzas esta masa crítica de claridad, habitualmente también experimentas un cambio profundo en tu relación de pertenencia. A veces eso es el resultado de años de atención plena, autorreflexión y trabajo de sanación dedicado y constante. Otras veces, llegar a esta claridad requiere enorme sufrimiento, lo que a menudo nombramos como "un llamado a despertar".

Por supuesto que desde una perspectiva más amplia no tiene ningún sentido la idea de considerar a alguien como si mereciera o no pertenecer. Todos somos seres humanos y en esta visión no hace sentido valorar a una persona más que a otra. ¿Acaso uno puede ser más “ser humano” que otro? Desde una perspectiva expansiva, todos los seres humanos pertenecen a la tierra, a la humanidad y a sí mismos y valen de por sí, por su verdadera naturaleza, y no por sus acciones, comportamientos o palabras. Si te cuesta aceptar la idea, tal vez puedas usar una metáfora de la naturaleza: ¿Acaso algunos árboles son mejores que otros? ¿Son más “árboles” que otros? ¿O algunos conejos? ¿El sol puede ser considerado mejor que la luna? Y seguro puedes encontrar otros ejemplos. 

La falacia de que algunos seres humanos puedan pertenecer o valer más que otros surge de las nociones violentas y falsas de que algunas personas merecen premios o castigos o de que las necesidades de determinadas personas son más importantes que las de otras. Sin embargo, es posible que tú, como la mayoría, hayas tenido tanta exposición a estas ideas que hayan invadido tu conciencia. El resultado es que te encuentras de manera más o menos consciente intentando evitar el castigo y “ganarte” la pertenencia.

A medida que vas tomando conciencia sobre la falsedad de tus creencias sobre la falta de valor inherente del ser que eres y la pertenencia, entiendes que lo esencial es notar la estrategia trágica, también llamada el “patrón reactivo”, cuando se está activando en un determinado momento. No es más que un hábito, un trágico patrón de condicionamiento con efectos dolorosos. Es el resultado de tus vivencias y del sistema en el que el mundo actual se maneja. No significa que estés haciendo o hayas hecho algo “mal”. Simplemente es una estrategia que ya no sirve al propósito con el que surgió en ti (probablemente en la niñez) y no atiende realmente muchas necesidades. Nota el patrón apenas surge en ti e interrúmpelo. Cuanto más lo interrumpas, menos te hipnotizará y menos entrarás en el trance que éste implica. Y cuando estás fuera del patrón puedes entrenar tu atención para que se enfoque en tus experiencias de valía y pertenencia, momentos de tu vida en los cuales te sentiste plenamente “parte de”, y atendiste tus necesidades de dignidad y valoración, y puedes centrarte en la sensación sentida y la verdad con la que conectas en estas experiencias. Eres una criatura única del universo, o como sea que experimentes esta realidad desde tu marco de creencias. Cuando confías profundamente en la verdad de que todo el mundo pertenece y es intrínsecamente digno, lo vives y lo puedes ver con claridad en todas partes a tu alrededor.


PRÁCTICA

Tómate un momento ahora mismo y busca incluso el espacio más pequeño dentro de ti que conoce la verdad sobre tu propia valía y pertenencia. Puedes quizás encontrar una experiencia que te apoyó para entrar en contacto con esa verdad y desde un estado de conciencia plena conectar con los diferentes aspectos, externos e internos, de esa vivencia. 

Y si quieres empezar a desarmar los patrones reactivos o estrategias trágicas en ti, puedes empezar a observarte, tus reacciones comunes y habituales en las interacciones humanas de tu vida diaria. ¿Hay algunos comportamientos tuyos típicos que notas o que han observado las personas de tu entorno y que corresponden con las estrategias que mencionamos previamente? Quizás quieres considerar aceptarlos compasivamente y preguntarte de qué otros modos, que percibas como más alineados con tu persona actual, podrías atender y cubrir tus necesidades. Inicialmente puede ser una exploración interior, hasta que tengas la seguridad para empezar a probar nuevas respuestas externamente. Como todos los procesos que sugerimos, si te despierta mucha vulnerabilidad o incomodidad, recuerda que puedes pedir apoyo de una pareja de práctica o una persona que pueda ofrecerte empatía para acompañarte en esta transición.