Superar las barreras de la autoempatía

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La autoempatía es una competencia relacional esencial del Diálogo Consciente y Compasivo que te permite vivir una vida auténtica y empoderada. Es un proceso que consiste en escuchar tu experiencia interior, en las diferentes dimensiones o categorías que presenta, con calidez, claridad y compasión. Es especialmente útil cuando no tienes la opción de recibir empatía de otra persona en ese momento. Por eso puede acompañarte cuando estás por tu cuenta o también cuando no tienes la disposición en ese momento para compartir tu experiencia interior. La autoempatía te permite explorar, comprender y dejar que se transforme tu experiencia y te da acceso a la ecuanimidad, y a la creatividad para encontrar nuevas ideas y soluciones a problemas que quizás ya llevan un tiempo en tu vida. Por último, también puede nutrirte y darte recursos, liberándote para afrontar nuevos desafíos.

A menudo escuchamos a nuestros estudiantes decir que tienen más dificultades con la autoempatía que con ofrecer empatía o recibirla de otras personas.

¿Por qué es tan difícil? Veamos tres cosas que pueden estar obstaculizándote:

1. Estándares poco realistas

Puede que tengas una serie de normas sobre cómo "deberías" ser que no necesariamente consideras válidas para otras personas. Estos estándares, a menudo inconscientes, desencadenan vergüenza o desesperanza cuando los percibes como incumplidos, e interfieren en la capacidad de mirarte con autocompasión y darte autoempatía. Por ejemplo, si te estás juzgando como “mala madre” por haber llegado tarde a la presentación de tu hijo, y crees firmemente que no hay otra manera de percibir esa situación, desde ese lugar tendrás dificultad para moverte hacia la autoempatía.

Puedes volverte más consciente de estos estándares o normas observando los distintos papeles que desempeñas en la vida – hija, empleada, padre, estudiante, amiga, líder espiritual, etc. – y preguntándote qué expectativas tienes contigo en cada uno de esos papeles. 

Al principio, puede parecer un acto de fe no actuar desde los tironeos y empujones internos que son desencadenados por esas normas. Pero un “tú” más grande sabe que la transformación y el vivir desde la autenticidad surgen de una base de compasión y aceptación. Para encaminarte hacia la autoempatía, podrías preguntarte: “¿Tengo la disposición a mirar esta situación desde otro ángulo, desde una perspectiva más grande?” o “¿Tengo la apertura para conectar con mi propia humanidad en esta situación?”

2. Evitar el dolor y el malestar

La autoempatía requiere tiempo, concentración y la voluntad de entrar en el dolor o en cualquier otro sentimiento displacentero que esté presente en ti en una situación. La mayoría de las personas vivimos en culturas que fomentan la distracción como estrategia para aliviar el sufrimiento. Esta idea hace que parezca más fácil, en el momento, recurrir a distracciones externas como el trabajo, las pantallas, el alcohol o las drogas y esperar que la situación se resuelva con el paso del tiempo, aunque en realidad los dolores no procesados se van acumulando de manera más o menos  inconsciente. 

Los conceptos de empatía y autoempatía, desde el Diálogo Consciente y Compasivo, están basados en un supuesto distinto: que el dolor y sufrimiento pueden aliviarse, diluirse y/o transformarse cuando los reconocemos y les damos atención cálida y amorosa, y los conectamos con nuestras necesidades. Así contribuyen a nuestro bienestar y calidad de vida a largo plazo. 

Darte autoempatía significa que cuando sientas alguna sensación que no disfrutas (¡o que sí disfrutas!) te dirijas hacia ella preguntándote, por ejemplo:

"¿Puedo concentrarme en respiraciones lentas y completas y simplemente nombrar lo que está ocurriendo en mi experiencia?"

 "¿Qué me están diciendo estos sentimientos sobre las necesidades satisfechas o no satisfechas?"

"¿Puedo acoger cada parte de esta experiencia con calidez y compasión?"

 "¿Creo lo que me estoy diciendo sobre la situación desafiante que tengo entre manos?". "¿Qué otra cosa podría ser cierta?"

Esto puede asustar bastante al principio si los sentimientos son incómodos. Puede que te preocupe perderte en el dolor. Si te sientes demasiado vulnerable en ese momento, quizá puedas probarlo primero con una pareja de práctica. Ofrecerte autoempatía en voz alta con otra persona empática que te escuche y te acompañe sin juzgarte ni aconsejarte puede parecer un primer paso más fácil y seguro. 

Y si tu mente te dice que casi cualquier cosa de tu lista de tareas pendientes es más importante que la autoempatía, quizá quieras recordarle que con más recursos internos (como después de una sesión de autoempatía) serás más eficiente y encontrarás nuevas soluciones a las tareas que tienes por delante.

3. Falta de destrezas, práctica y comprensión

La autoempatía puede ser tan sencilla como un momento de aceptación. Al mismo tiempo, si quieres acceder a ella de forma consistente a largo plazo, requiere un conjunto de habilidades, destrezas y comprensión. Por ejemplo, el fundamento de “concentración” del Diálogo Consciente y Compasivo es esencial para dedicarse a la práctica de la autoempatía con mayor eficacia y habilidad. La concentración es la capacidad de dirigir la atención hacia donde se desea y mantenerla allí todo el tiempo que se desee. La concentración es un poder de la mente que se desarrolla a través de prácticas de meditación específicas, como mantener la atención en un único objeto sutil, como la respiración, durante períodos de tiempo concretos. La concentración se fomenta en la vida diaria mediante tareas de enfoque único ininterrumpido, en lugar de realizar varias tareas a la vez.

Cuando intentas concentrarte en un proceso de autoempatía, tu "mente de mono" puede interponerse en el camino, saltando de rama en rama: analizando, teorizando, imaginando el futuro, recordando otras situaciones similares, etc. Se necesita algo de práctica para domar la "mente de mono" y ayudarla a establecerse en las prácticas de regulación, compasión, identificación y clasificación de la experiencia en el momento presente. 

Cuando durante la mayor parte de nuestra vida hemos experimentado el juicio y la crítica en lugar de la empatía, puede parecer algo imposible ofrecernos escucha empática. 

Acá van algunas ideas que pueden ayudarte a ir construyendo las destrezas que necesitas para darte autoempatía:

  • Empezar por dar y recibir empatía en forma regular, por ejemplo con una pareja de práctica. El recibir empatía te da un modelo externo de cómo podría ser la experiencia de ofrecerte empatía; el dar empatía te permite practicar la presencia, calidez y aceptación que más adelante podrás aplicar a tu experiencia interior. La experiencia de intercambio de empatía en su conjunto, además, te generará cada vez más confianza en el poder transformador de la empatía.

  • Profundizar tu comprensión del concepto y práctica de la autoempatía. Puedes escuchar aquí una entrevista con LaShelle sobre el tema, leer una hoja explicativa al respecto aquí y repasar joyas anteriores sobre el tema aquí.


PRÁCTICA

Tómate un momento ahora y comprométete con un primer paso que te gustaría dar para comenzar una práctica de autoempatía. ¡Hazlo específico! Por ejemplo, podrías: 

  • Escribir tres estándares con los que te comparas, 

  • Elegir una situación cada día para la que escribirás tus sentimientos y necesidades, 

  • O tomar un espacio cada día sólo para practicar sentarte e invitarte a entrar en calma física y mental, elegir un punto de enfoque como tu respiración, un sonido o una sensación en tu corazón y quedarte con eso durante cinco minutos cada día.